Ruta por la Historia: La Historia oculta de los Papas. Parte 1

Ruta Por La Historia

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viernes, 8 de julio de 2016

La Historia oculta de los Papas. Parte 1

Esta semana vamos a centrarnos en la Historia vaticana, concretamente en algunas curiosidades y en la vida de esos Padres de la Iglesia católica que no han sido como deberían, es decir que han corrompido el mensaje de amor y fraternidad que debería regir las vidas y obras de los líderes de la Iglesia Apostólica Romana. Debo advertir que este programa no busca ridiculizar o herir las creencias religiosas de cada uno de vosotros, ya dedicaremos en su momento un programa a aquellos Papas que han dignificado su cargo.

San Pedro del Vaticano
Cúpula de San Pedro del Vaticano recibiendo un rayo
Antes de iniciar este viaje en el tiempo tenemos que explicar una serie de vocablos que usaremos más adelante. En primer lugar, lógicamente, nos encontramos las palabras “Pontífice” y “Pontificado”, ambas parten de la palabra latina “pontifex”, que significa “constructor de puentes” y el Pontífice, en la antigua Roma, era el funcionario encargado del puente sobre el río Tiber, el río sagrado.

Otra palabra que usaremos es “Obispo”, que tiene su origen en la palabra latina “episcopus” que significa “supervisor” o “inspector”, por eso un obispo es el encargado de supervisar a los sacerdotes de un determinado lugar.

Otro cargo es el de “Cardenal”, el rango más alto en la Iglesia católica tras el Papa, siendo ellos además los que eligen al Papa en el Cónclave. Pero ¿de dónde viene la palabra cardenal? Bien, deriva de la palabra latina “cardo” que significaría bisagra, ya que ellos son las bisagras sobre las que gira la Iglesia.

Explicados estos términos, vamos a iniciar nuestro viaje por el tiempo, remontándonos a los orígenes del Papado, cuando según el evangelio de San Mateo, Jesús de Nazaret dijo la mítica frase de “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y te daré las llaves del Reino de los Cielos”.

Escudo Papal
Escudo Papal con las llaves de San Pedro y la tiara 
Se habla mucho del Apóstol San Pedro, quien pidió ser crucificado boca abajo, ya que no se consideraba digno de correr la misma suerte que su maestro, en el año 67 bajo el mandato del emperador Nerón. Pero, ¿quién fue el siguiente en guiar a los cristianos tras su muerte?

Su sucesor fue Lino I, un toscano que fue convertido por Pedro y que le nombró su sucesor. No obstante, a pesar de que este Papado esta bajo duda, se llegó a decir que después de Pedro el siguiente líder fue Cleto I; varias fuentes como “Adversus haereses” (Contra las Herejías) de San Ireneo de Lyon o el listado que nos ofrece Hegesipo de Jerusalén parecen corroborar que tras San Pedro el siguiente Papa fue Lino I.

Durante su Pontíficado nació la orden de que las mujeres acudiesen al culto con la cabeza cubierta.

Lino I
Lino I, segundo Papa tras San Pedro
Otro de los primeros dirigentes de la Iglesia fue Clemente I, hijo de un Senador romano de quien recibió una esmerada educación helenística que le acercaba más al politeísmo grecoromano que al cristianismo, pero se cuenta que escuchó de primera mano las enseñanzas de los propios apóstoles y se convirtió al cristianismo.

Debido a su gran preparación fue nombrado obispo y posteriormente cabeza de la iglesia. Tradicionalmente se le atribuye la “Epístola a los Corintios”, que es una de las dos cartas dirigidas a los cristianos de Corinto por unas disputas que surgieron y que culminaron con la destitución de varios presbíteros, los ancianos que presidían la congregación y que contaban con un grupo de diáconos que realizaban los asuntos prácticos; de este grupo de ancianos surgiría más adelante la figura del obispo.

Clemente I
Papa Clemente I
Cada Papa iba a aportando alguna costumbre, que se iban añadiendo a las ya existentes y que perduran aún en el tiempo, como por ejemplo la introducción del agua bendita para preservar del maligno que se le atribuye a Alejandro I, o la norma de prohibir a los laicos tocar el cáliz y la patena, el plato que contiene la ostia antes y después de ser consagrada, atribuida al siguiente Papa, Sixto I.

Muy pronto, en el siglo III, surge la figura del Antipapa, aquella persona que intenta ser reconocido usurpando las funciones del Papa o que es elegido Papa fuera de los cauces del derecho canónico, en la persona de Hipólito de Roma. Como sabemos, la figura del Antipapa continuó en la Historia y nos encontramos casos de Antipapas casi tan famosos como el propio Papa del momento, como ocurrió con Benedicto XIII “el Papa Luna”.

Hipólito de Roma
Hipólito de Roma, el primer Antipapa
Pero uno de los momentos más estrambóticos de la Iglesia católica fue el Concilio cadavérico o Juicio del Cadáver.

Tenemos que viajar al año 891, cuando se produce la elección papal de Formoso I, al año de su pontificado, y siendo presionado por el Emperador carolingio Guido de Spoleto, tiene que reconocer al hijo de éste, Lamberto de Spoleto, como heredero a la corona imperial.

Formoso I, el Papa nº 111

Cuatro años después fallece Guido de Spoleto, y mientras Lamberto es reconocido Emperador, Formoso lleva a cabo una serie de embajadas con Arnaulfo de Carintia, al que solicita que marche sobre Roma y libre a Italia de la familia Spoleto. Arnaulfo termina por aceptar la petición papal, y al mando de su ejército cruza los Alpes y se lanza al ataque sobre Roma en febrero del 896. El ataque es tan fuerte que Lamberto debe huir y, tal como le había prometido el Papa, tras su victoria es coronado como nuevo Emperador.

No obstante poco tiempo pudo disfrutar Formoso de su victoria, ya que fallecía 2 meses después, Arnaulfo corrió suerte paralela, y tuvo que retirarse de Roma lo que produjo un vacío de poder que fue aprovechado por Lamberto de Spoleto, que retornó a la ciudad y se hizo con la corona. Además, para asegurarse su posición de poder consiguió que uno de sus seguidores fuese elegido Papa, y ascendió al trono de Roma como Bonifacio VI. No obstante, su pontificado duró 15 días, ya que falleció de un ataque de gota.

Nuevamente Lamberto presionó al colegio cardenalicio para que uno de sus seguidores fuese elegido Papa, y consiguió que fuese escogido Esteban VI. El nuevo Papa ordenó que se desenterrasen los restos del Papa Formoso, que se le vistiese con el atuendo papal y que fuese sentado en un trono en la Basílica de San Juan de Letrán de Roma. Una vez dispuesta la sala, comenzó el juicio contra Formoso I al que se le acusaba de mentir ante Dios y haber accedido al Papado de manera ilegal siendo declarado culpable. Acto seguido le fueron quitadas los ornamentos papales con los que había sido vestido, le arrancaron los dedos con los que impartía las bendiciones papales y sus restos fueron depositados en lugar secreto.

El Papa Formoso y Esteban VI
"El Papa Formoso I y Esteban VI" de Jean Paul Laurens
Poco tiempo después llego el Pontificado de Sergio III, y el comienzo de un periodo en la Historia eclesiástica conocido como la “pornocracia”, una etapa en la que una serie de concubinas aprovechan su situación para hacerse con una gran parcela de poder.

Sergio participó en el Juicio Cadavérico en calidad de Obispo de Cerveteri, y en el año 897, tras la muerte del Papa Esteban VI, intentó acceder al trono papal apoyándose en la poderosa familia Spoleto, pero el colegio cardenalicio escogió a Teodoro II, quien intentó devolver los derechos eclesiásticos y la memoria del Papa Formoso, lo que provocó su rechazo en la curia y la familia Spoleto, un rechazo que, según se piensa, provocó su envenenamiento.

Se abría un nuevo periodo electivo y, a pesar de que Sergio lo intentó por todos los medios, los Spoleto tenían otro candidato, que finalmente fue elegido como Juan IX. El nuevo Papa se enfrentó abiertamente con Sergio, que finalmente fue excomulgado y obligado al exilio.

Dos años después a Juan IX le sustituyó Benedicto IV, un Papa que tuvo que hacer frente a un periodo político inestable, ya que ese mismo año fallecía Lamberto de Spoleto y se abría un periodo de luchas entre dos candidatos: Luis III y Berengario I. En esta contienda Benedicto IV tomó parte por Luis II, al que coronó como emperador con la esperanza de que le ayudase en su lucha contra la invasión húngara del norte de Italia. No obstante, el Papa no supo elegir bien a su candidato, ya las tropas de ambos candidatos se enfrentaron y Luis III fue hecho prisionero por Berengario, quien le condenó a ser cegado sacándole los ojos, razón por la que se conoce en la historia a Luis III como Luis III el ciego, y fue coronado emperador. Finalmente, en el 903 el Papa Benedicto IV fallecía.

El nuevo Papa elegido fue León V, quien revocó la excomunión y el castigo de destierro a Sergio, por lo que pudo volver a Roma. Poco más sabemos del pontificado de León V, ya que dos meses después de su elección fue hecho prisionero del cardenal de San Dámaso que se hizo coronar como Cristóbal, aunque al no ser elegido por los cauces normales del derecho canónico se le considera “Antipapa”. Toda esta situación de caos es aprovechada por Sergio, que apoyándose en la familia Spoleto y en Teofilacto I y su esposa Teodora, consigue deponer a Cristobal y hacerle prisionero junto a León V, y ambos terminan por correr igual suerte cuando Sergio ordena el estrangulamiento de ambos.

Eliminados el Papa y el antipapa, consigue que finalmente sea elegido Papa el 29 de enero de 904, como Sergio III.
Sergius III
Papa Sergio III
Ahora es el momento en el que tal como anunciamos comienza la pornocracia. La primera de estas mujeres que supo aprovecharse de la situación fue Teodora, la mujer de Teofilacto, pero si hay alguien que lo representa plenamente es su hija, Marozia, quien se convirtió en la principal amante de Sergio III con el que tuvo un hijo, quien sería el futuro Papa Juan XI. Tal era su poder, que inclinó la balanza en la elección de hasta 10 papas a los que dominó plenamente: Atanasio III, Juan X, León VI, Esteban VII, Juan XI (el hijo que tuvo con Sergio III), León VII, Esteban VII, Marino II, Agapito II y Juan XII que casualmente era nieto de Marozia.

Marozia
Marozia, también conocida como "La Papisa"
Casi 70 años después del Pontificado de Sergio III, nos encontramos con otro Papa del que Silvestre II afirmó que era “un horrendo monstruo que sobrepasó a todo mortal en su maldad”, Bonifacio VII.

Corría el año 972 y el Papa Juan XIII, fallecía en Roma, siendo sustituido por Benedicto VI gracias al apoyo que este tenía del Emperador Otón I, pero en su contra estaba el Prefecto de Roma Crescencio I, hermano del anterior Papa, quien prefería al diácono Francone Ferruchi. No obstante, el 7 de mayo del año siguiente el Emperador Otón fallecía, y Crescencio y sus huestes llevaron a cabo un golpe de estado que derrocó a Benedicto VI, que terminó con sus huesos en presidio, y encumbró a Francone Ferruchi que escogió como nombre Bonifacio VII.

Bonifacio VII
Bonifacio VII, el asesino de dos Papas
Cuando las noticias del motín y del derrocamiento llegaron a la corte imperial, el nuevo Emperador Otón II dio orden a Sicco de Spoleto para que marchase sobre Roma y restableciese en el poder a Benedicto VI. Bonifacio VII a sabiendas de que únicamente podía salvarle la muerte del anterior Papa, ordenó que fuese estrangulado en su celda del Castillo de San Angelo. Pero su plan falló, ya que Sicco de Spoleto le obligó a huir de Roma y buscar refugio en Constantinopla, a donde se llevó consigo parte del tesoro de la Iglesia. Por lo que su primer pontificado apenas duró un mes y medio.

Papa Benedicto VII
Papa Benedicto VII, impuesto por el Emperador para acabar con Bonifacio VII
Tras su huida fue elegido Papa Benedicto VII, quien excomulga a Bonifacio, y posteriormente fue sustituido a su muerte por Juan XIV. No obstante, en el 984 el Emperador Otón II fallecía dejando como heredero a un niño de tres años, una situación que Bonifacio aprovechó para regresar a Roma y encarcelar a Juan XIV, quien falleció de inanición, por lo que Bonifacio VII está considerado como el asesino de dos papas.

Papa Juan XIV
Papa Juan XIV, segunda víctima de Bonifacio VII
El papa Bonifacio VII se mantuvo gracias a apoderarse de grandes cantidades de dinero tanto a los nobles como al pueblo romano, lo que le valió el apodo del “Anticristo sentado en el templo de Dios”. Generó tanta animadversión que es lógico que terminase siendo asesinado el 20 de julio del 985, y como ejemplo del odio que profesaba tenemos el tratamiento que se dio a su cadáver. El pueblo romano arrastró su cuerpo desnudo por las calles y la sangrienta masa humana fue dejada a los perros.

Como vemos se acercaba el año 1.000 y el miedo por el fin del mundo en ese año debido a muchas profecías se adueñaba de todas las calles de la cristiandad, una cristiandad que además se encontraba extremadamente preocupada por su líder, un hombre sobre el que corrían historias sobre brujería, pactos con el diablo y alquimia, el era Silvestre II.

Silvestre II
El Papa Silvestre II
Nacido como Geberto de Aurillac en la región occitana de Auvernia, ingresó muy joven, en el Monasterio de Saint-Géraud donde estudio las tres disciplinas del Trivium: gramática, retórica y dialéctica. Posteriormente se trasladó a la corte de Borrel II, Conde de Barcelona, donde ingresó en el monasterio de Santa María de Ripoll y, en esta época realizó viajes a Córdoba y Sevilla, donde entró en contacto con las matemáticas y la astronomía, es decir las ciencias de los árabes. Lo que le valió la consideración de ser un sabio.

El año 969 marchó hacia Roma en peregrinación junto al Conde de Barcelona y allí conoció al Papa Juan XIII y al Emperador Otón I, quien lo nombró tutor de su hijo. Años después recibió el encargo del Arzobispo de Reims, Adalberón, para que impartiese clase de aritmética, geometría, astronomía y música, el llamado Quadrivium en el Colegio Episcopal. Siendo esta época en la que comenzó a inventar ábacos, un globo terrestre, un órgano hidráulico y relojes, lo que para el pueblo de la época, mayoritariamente inculto, comenzase a sospechar que era un brujo.

Políticamente era cercano a Hugo Capeto en sus luchas contra los últimos carolingios, y este apoyo sirvió para que Hugo finalmente fuera nombrado Rey de Francia, quien nombra a Gerberto como Arzobispo de Reims. No obstante, este nombramiento supone un enfrentamiento con Roma, ya que consideran que únicamente el Papa podía nombrar obispos o arzobispos, por lo que el Papa Juan XV, declaró nulo el nombramiento y Gerberto tuvo que retirarse a la corte del emperador Otón III hasta que en 998 fue nombrado Arzobispo de Rávena por el nuevo Papa, Gregorio V, primo de Otón III.

No obstante Gregorio V fallecía poco tiempo después, y en febrero del 999, Geberto era nombrado Papa, escogiendo el nombre de Silvestre II. Como hemos visto era un hombre sabio, por lo que se le conocía, entre otros apelativos, como la luz de la Iglesia y la esperanza de su siglo. Pero a su alrededor pronto comenzaron a surgir leyendas y mitos extraños, que incluso hoy día siguen generando polémica.

El primer bulo que surgió fue en torno a su conocimiento, lejos de pensar que había salido de las miles de horas de estudio que realizó, el pueblo comentaba que cerca de Aurillac, vivía un ermitaño, que vivía en una cueva y se decía descendiente de los druidas. Gerbert siendo un niño visitó la cueva y el ermitaño, que pudo ver su grandioso futuro, fue quien le dio los conocimientos que años después demostró. Otros incluso preferían afirmar que había realizado un pacto con el diablo.

Pacto Silvestre II y el diablo

Ilustración de 1460 en la que aparece el pacto de Silvestre II con el diablo 
Como decía, su mito y leyenda llega hasta nosotros, y hoy día se afirma que su tumba, situada en la Iglesia de San Juan de Letrán de Roma, supura agua y que emite un ruido de huesos, y cuando esto último ocurre……el Papa de ese momento fallece a los pocos días.

Tumba de Silvestre II
Tumba de Silvestre II, según dice el mito predice la muerte de los Pontífices
Y llega un momento de la historia de los Pontificados que Dante Alighieri llegó a considerar el momento en que el papado alcanzó su nivel más bajo de degradación, el mandato de Benedicto IX.

Papa Benedicto IX
Papa Benedicto IX, la degradación absoluta según Dante
Teofilacto, que era su nombre secular, fue elegido Papa el 21 de octubre de 1032 y escogió el nombre de Benedicto en homenaje a su tío que había sido Papa bajo ese nombre. Desde muy pronto su Pontificado estuvo bajo sospecha, ya que lo consiguió gracias a los sobornos de su padre, el Conde Alberico III, por tanto tuvo que buscar apoyos exteriores en los que cimentar su poder, siendo el primer socio extranjero en el que se apoyó el Emperador Conrado II, cerrando un acuerdo a cambio de excomulgar a Heriberto, el Arzobispo de Milán que estaba enfrentado al Emperador.

No obstante, en el 1039 fallecía Conrado II y la posición del Papa quedaba en clara debilidad, una debilidad que fue aprovechada por sus enemigos, quienes ordenaron a Gerardo di Sasso expulsar de Roma a Benedicto IX y Silvestre III, el Obispo de Sabina, era nombrado Papa, pero su pontificado apenas duró 3 meses ya que Benedicto IX apoyado en los Condes de Túsculo expulsó a la fuerza a Silvestre III, quien consiguió refugiarse en la Diocesis de Sabina ejerciendo como Obispo.

Silvestre III
Silvestre III, Papa impuesto por Gerardo di Sasso
A pesar de recuperar la tiara papal, en mayo del 1045, es decir al mes, Benedicto IX abdicaba y vendía el cargo pontificio por 1500 libras de oro al Arcipreste Juan de Graciano, el futuro Papa Gregorio VI y abandona Roma con la intención de casarse con su prima a la que abandonó poco después.

Gregorio VI
Gregorio VI, el Papa que compró el Pontificado
Este nuevo Papa vio la necesitad de llevar a cabo un gran reforma en el seno de la Iglesia para evitar situaciones como las que acababan de vivir en las que en un solo año habían pasado tres papas por Roma y aun vivían los tres, algo que era insólito. No obstante para llevar a cabo estas renovaciones necesitaba contar con el apoyo del Emperador Enrique III quien era partidario de la necesidad de reformar la Iglesia pero no creía que Gregorio fuese quien tenía que llevarlas a cabo, ya que como recordaremos llegó al trono papal comprando el cargo.

Pronto Benedicto IX vio su posibilidad, y se lanzó a Roma para expulsar a Gregorio VI, siendo aceptado por el clero para evitar guerras y fue escogido Papa por tercera vez el 8 de noviembre de 1047. No obstante, facciones de nobles se opusieron a este nombramiento y estalló la guerra entre las familias que le apoyaban y los que le rechazaban.

Finalmente, el Emperador tuvo que intervenir y haciendo uso del Privilegium Othonis, un derecho otorgado años antes por el Papado a los Emperadores, Enrique III expulsó del trono papal a Benedicto IX, quitó el Obispado a Silvestre III como dijimos antes y desterró a Colonia a Gregorio VI. Tras todo esto nombró Papa a Dámaso II.

Enrique III
Emperador Enrique III, el hombre que solucionó el triple papado
Os podéis preguntar cuál es la razón por la que hemos destacado el Papado de Benedicto IX, ya que podemos pensar que era un hombre de su tiempo involucrado en luchas por el poder, y la razón de sacarle de entre el resto de Papas es que fue acusado de satanismo, brujería y de una sexualidad desenfrenada, llegando incluso a poseer un harén.

Era bisexual y llegó incluso a practicar la zoofilia. Según relata Eric Frattini en su obra “Los Papas y el sexo”: “Mantuvo relaciones sexuales con su hermana pequeña a la que además le gustaba ver cuando practicaba sexo con hasta nueve amigos, mientras el bendecía la unión”.

Eric Frattini Los Papas y el sexo
"Los Papas y el sexo" magnífica obra de Eric Frattini 
Con el avance del nuevo milenio los Papas son conscientes de que las cosas deben cambiar, por lo que llevan a cabo una serie de Reformas que culminarán en la Reforma Gregoriana.

Aunque se pueda llegar a creer que esta reforma recibe su nombre por Gregorio VII, realmente hace referencia a San Gregorio Magno del que se nombraba heredero y que era uno de los cuatro padres de la Iglesia, junto a San Jerónimo de Estridón, San Agustín de Hipona y San Ambrosio de Milán.Tampoco sería correcto afirmar que el iniciador de este proyecto fuera Gregorio VII, ya que las primeras medidas reformadoras se dieron bajo el Pontificado de León IX, veinte años antes.

San Gregorio Magno de Francisco de Goya. Museo Nacional del Romanticismo 
La Reforma aspiraba a la instauración en la sociedad de una vida conforme al Evangelio. Para ello no era suficiente la restauración de las estructuras eclesiásticas o la elevación moral del clero, sino que exigía una profunda renovación espiritual de toda la Iglesia, desde el Papa hasta el último de sus miembros.

Parecía que nuevos aires llegaban al Seno de la Iglesia católica, y Alejandro IV fomentó las reformas con medidas como la aprobación en 1255 de la creación de la Universidad de Salamanca por Alfonso X el Sabio, pero pronto las ovejas negras se hicieron con el poder.

Urbano IV volvió a caer en el nepotismo, aumentando en colegio cardenalicio en 14 miembros que fueron escogidos entre los familiares de los cardenales ya existentes. Tras este Papa llegaron otros que volvieron a intervenir en las luchas entre las facciones nobiliarias, tal como hizo Clemente IV; y otros que volvieron a caer en los intereses mundanos, como Adriano V, al que Dante en la Divina Comedia situó "en el Purgatorio, en la zona de los avaros", y al que en 1975 el Papa Pablo VI eliminó de la lista papal.

Papa Adriano V
Papa Adriano V, eliminado de la lista papal en 1975
En el año 1309 ocurre un nuevo hecho que hace tambalear los cimientos de la Iglesia, el Papa Clemente V tratando de huir del caos reinante en Roma, se trasladó tras su elección a Avignon. Tras él Juan XII, Benedicto XII, Clemente VI, Inocencio VI, Urbano V y Gregorio XI residieron en esta ciudad y fueron engrandeciendo y embelleciendo el Palacio Papa.

Palacio papal Avignon
Palacio de los Papas de Avignon
En 1377 el Papa regresó a Roma y tras su muertes se eligieron siete papas consecutivos italianos ya que aun existía el miedo de que un extranjero volviera a llevarse la curia vaticana a su país, y el Papa que rompió la hegemonía italiana fue Alfonso de Borgia, quien en 1455 fue elegido Papa y escogió el nombre de Calixto III y del que hablamos cuando hicimos el programa dedicado a su familia, los Borgia.

Y llegamos de esta manera al año 1471, cuando tras la muerte de Paulo II, Francisco della Rovere era nombrado Papa con el nombre de Sixto IV.

Sixto IV
El Papa Sixto IV, por Justo de Gante
En los pros de este Papa, que los tuvo y no pocos, encontramos su capacidad como potenciador de mejoras en la ciudad de Roma, mandó restaurar el acueducto de Roma; reconstruyó 30 iglesias de la ciudad, entre ellas la magnífica Santa María del Popolo; mandó construir el Puente Sixtino, siendo el primero que se levantaba desde la antigüedad; decretó el ensanche de las calles y la primera pavimentación desde la era imperial; pero si por algo será recordado es por la Capilla Sixtina que fue construida bajo su pontificado.

Ponte Sisto
Ponte Sisto, Puente que Sixto IV ordenó levantar sobre el Tiber
A todo esto hay que sumar su labor como mecenas del arte, entonces por lo que hemos visto hasta este momento fue un Papa bastante bueno, ¿no?

No siempre es oro todo lo que reluce y al igual que muchos de sus predecesores en el cargo incurrió en el nepotismo, pero llevándolo prácticamente al límite, dando cargos de poder a casi 30 parientes. Un ejemplo de esta política es el nombramiento de su sobrino, Girolamo Riario, como Capitán General de la Iglesia en 1471 al que le encomendó que llevase a cabo una política de expansión territorial de los territorios papales por la fuerza.

Girolamo Riario
Girolamo Riario, sobrino y brazo ejecutor de Sixto IV
Esta expansión le llevó a chocar con la otra gran fuerza de Italia en esta época, Florencia, una rica república dirigida por una familia de banqueros, los Medici, en esos momentos representados por Lorenzo de Medici o Lorenzo el Magnífico. El poder de Florencia era tan fuerte que el Papa sabía que enfrentarse militarmente a ellos podría ser una apuesta difícil, por lo que decide intentar actuar contra ellos desde dentro.

Lorenzo el Magnífico
Lorenzo de Medici por Girolamo Macchietti

En Florencia había otra gran familia, los Pazzi quienes también se dedicaban al comercio y a las finanzas, de hecho tras la elección del Papa Sixto IV esta familia obtuvo el manejo de las finanzas pontificias, en detrimento de los Médici, siendo este el primer choque importante entre ambas familias. La venganza de los Medici llegó a la muerte de Giovanni de Pazzi, ya que fallecía sin hijos varones y Lorenzo como señor de la ciudad promulgó una ley que impedía que la herencia fuese a las hijas de Giovanni sino a las arcas florentinas.

La situación se enquistó de tal manera que desde lejos se veía que la guerra estallaría en cualquier momento, y el Papa Sixto vio su momento para intentar acabar con los Medici. Ordenó a Girolamo Riario dirigir el complot de los Pazzi, y en la idea que había concebido, tras asesinar a los Medici, Girolamo ocuparía el puesto de Lorenzo en Florencia y los Pazzi tendrían el poder económico total.

El ataque se produce el 26 de abril de 1478 y Giuliano de Medici falleció en la entrada de la Catedral de Santa María del Fiore cosido a cuchilladas, pero Lorenzo pudo escapar herido.

Giuliano de Medici
Giuliano de Medici, único Medici fallecido en la Conjura
Cuando los hombres guiados por Jacopo de Pazzi llegaron a la Plaza de la Señoría gritando "¡Libertad!" los florentinos en lugar de apoyarlos se unieron en su contra, y en menos de un día los Pazzi fueron colgados de las ventanas del Palacio Vecchio. El golpe no había sucedido tal como el Papa esperaba y como respuesta declaró la guerra a Florencia, una guerra que duraría dos años.

No contento con atacar Florencia, Sixto indujo a Venecia para que atacara Ferrara, ya que esperaba otorgar Ferrara a otro de sus sobrinos, ante todas estas acciones papales, los príncipes italianos se unieron y la colación de Milán, Florencia y Nápoles consiguieron frenar el ataque de la liga veneciano-papal. Igualmente el Papa Sixto es célebre por fomentar las actividades de la Inquisición.

Asimismo, el Papa Sixto fue famoso por cosechar una enorme fortuna con la venta de indulgencias papales, y por cobrar un tributo a las prostitutas romanas por cada servicio prestado, otro a las cortesanas que vivían con los miembros de la curia romana y otro a los nobles que deseaban tener sexo con una virgen. Igualmente se sabe que se hizo rodear de jóvenes a los que nombraba cardenales, un grupo de cardenales que le hizo una extraña petición, la legalización de la sodomía durante el verano. Todos los datos apuntan a que Sixto IV estuvo a punto de aceptar esta petición, pero poco después le sobrevino la muerte.

Antes de morir, y estando enfermo, se produjo otra curiosa anécdota. Uno de sus médicos le recomendó tomar leche materna, ya que sus propiedades lo convertían en la mejor medicina. La respuesta de Sixto IV fue como mínimo chocante, en vez de leche materna pidió que le trajeran jugo de jóvenes muchachos, que le haría sentirse mejor.

Sin darnos cuenta hemos consumido nuestro tiempo de esa semana, por lo que tendremos que hacer una continuación con la Historia de los Papas, ya que apenas hemos llegado al siglo XV y aun nos quedan por delante 6 siglos más de historias, misterios y curiosidades.

Acompáñanos en este primer viaje por la oscura Historia de los Papas.

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